miércoles, 3 de agosto de 2011

POESIA AMO A MI LICEO NAVAL

Yo tengo por escuela,

Al Liceo Naval

Orgulloso me siento

De aprender con moral



Allí, aprendo ciencia,

También la virtud

Fortalezco mi cuerpo y

Templo gratitud



Yo siento a la Armada,

Aquí, en mi Liceo

A ella y a mi patria,

Adoro y defiendo


AUTOR : EGUEVARACUB 

CUENTO POR QUERER JUGAR A SU MANERA

En un pueblo de la costa ecuatoriana vivía  el niño de esta historia. Se llamaba Juan y era querido por todos- mejor dicho, casi todos- por su corpulencia y su presteza para cumplir los favores que le solicitaban las personas mayores. Todos les llamaban cariñosamente  Juancho. Los niños del pueblo en cambio, no tenían muy buena opinión de Juancho. Veamos por qué.



La mayoría de las familias de este pueblo eran muy pobres, los niños en su gran  mayoría no estudiaban. No tenían  otra opción que  ayudar a sus padres con el trabajo y la pesca. Por ello, pensar en juego en las mañanas y  tardes; prácticamente les estaba vedado.



Sin embargo, cuando comenzaba  el crepúsculo y aunque cansados, niños al fin; se reunían para jugar un rato. Juancho era uno de los primeros en llegar al lugar acordado-un solar abandonado que a falta de parque, fungía como la zona de juegos del pueblo. Siempre trataba de hacerlo, porque consideraba que  esto le daba derecho a imponer las reglas del juego de esa noche.



Cuando los otros niños llegaban se iniciaba el juego, pero casi siempre era Juancho quién determinaba qué jugar y cómo hacerlo. Lo curioso es que cuando estaba perdiendo, era el primero que violentaba las normas que él mismo había impuesto poco antes. Esto incomodaba mucho a sus compañeros, que mortificados daban por terminado el juego de esa noche.



Esta historia, pero con distintos juegos, se repitió por espacio de una semana, hasta que un día;  Abel, harto de tener que terminar prematuramente los juegos por la prepotencia de Juancho reunió a sus amigos más temprano que de costumbre y propuso darle una lección al “rompe juegos” que por ese tiempo, así le habían apodado a  Juancho.



Abel propuso lo siguiente:



-Amigos, es hora de que Juancho se someta a la voluntad del grupo y deje de imponernos la suya. De lo contrario, jamás podremos terminar un juego ya iniciado.



-¡Sí!- contestaron casi todos al unísono. Al tiempo que se acercaba Juancho muy animado para el juego de esa noche.



-Entonces el propio Abel-un pequeño y delgado muchacho- llenándose de valor se dirigió a Juancho diciéndole:



-Juancho el grupo ha decidido que nunca más jugará contigo, si es que antes no prometes cumplir las normas que en consenso decidamos para el juego de cada día.



Juancho quiso oponerse a tal situación, pero vaciló al pensar, que el grupo hace la fuerza y que esta vez  estaban decididos a dejarlo fuera y, solo no tendría con quien jugar nunca más. Así que no le quedó otra alternativa que aceptar tal decisión.



Desde ese día los muchachos se divirtieron a lo lindo, todos cumplieron las reglas y, juego que se iniciaba siempre terminaba con un ganador- que muchas veces era el propio Juancho, quien al final entendió que es más divertido y mejor  jugar con normas claras e invariables que hacer trampas.


AUTOR : EGUEVARACUB