domingo, 30 de noviembre de 2014

CUENTO INÉDITO “EL PULPITO SAM”

CUENTO INÉDITO “EL PULPITO SAM”
Autor: Ernesto Miguel Guevara Cubillas
Había una vez, una familia de pulpos que vivía en la profundidad del mar ecuatoriano. Ellos tuvieron un bebé pulpo llamado “SAM”.
Un día, la mamá de Sam, salió a buscar alimentos para su pequeño hijo, cuando de pronto, apareció un tiburón y se comió a su mamá, más tarde el papá, al ver que su esposa se tardaba tanto, decidió irla a buscar, cuando de pronto apareció el mismo tiburón y se lo comió también a él. Sam, creció entonces solo y tenía tanta hambre porque no había comido nada desde ese entonces. Se crió como ladrón, porque tenía que robarles la comida a sus vecinos, ya que no sabía pescar.
 Un día, los vecinos se molestaron tanto al ver que Sam día tras día, les robaba la comida que les costaba tanto conseguir. Desde ese momento decidieron poner carteles anunciando: “Ya no hay más comida aquí”, así que al siguiente día Sam decidió irse a vivir a otro sitio.
Después de haber nadado mucho tiempo y con miedo, a lo lejos vio una ciudad hermosísima que brillaba como un cielo estrellado. Entonces Sam enseguida exclamó:   “Este es el lugar adecuado para mí”. Cuando entró a la ciudad vio a una ostra gigante y se acercó a curiosearla. De pronto, la ostra se abrió y lo saludó por su nombre: ¡Hola Sam!  Espero que no vengas a hacer fechorías a mi ciudad.
¡Cómo va a creer! dijo Sam y agregó: Ya estoy cansado de las fechorías, en mi ciudad ya nadie me quiere por eso. Mientras conversaba se acercaba el mismo tiburón que se había comido a sus padres. La ostra no lo podía creer, entonces ella le gritó a tiempo mientras se abría: ¡Entra Sam! Y se cerró.
Después que pasó el peligro, la ostra nuevamente se abrió y Sam pudo salir. Entonces, Sam exclamó: Gracias por salvarme señora ostra. Sam le pidió a la ostra que se hicieran amigos porque estaba solo en el mundo y nadie lo quería. La ostra le dijo que sí, pero tenía que prometerle que nunca más robaría algo a sus vecinos.
Sam le prometió que así sería, si ella lo acompañaba toda la vida. Desde ese día, la ostra y el pulpo son los mejores amigos en el fondo del mar.
MORALEJA

“Quien por mal camino anda, sin amigos se queda”