lunes, 22 de noviembre de 2010

DÍA MUNDIAL DEL ANCIANO-1 DE OCTUBRE

La Asamblea General designó en 1990 que cada 1 de octubre se celebrara el Día Internacional de las Personas de Edad, con el fin de solicitar contribuciones destinadas al Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para el Envejecimiento, que apoya proyectos en beneficio de los ancianos en países en desarrollo. El Fondo Fiduciario se estableció como parte del Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, aprobado en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena en 1982.

Nuestro mundo es un mundo en el que cada vez hay más personas mayores, dado el aumento de la calidad de vida, y los progresos en medicina. Se consideran 'personas de edad' (sería más correcto decir 'personas mayores') a las personas de más de 65 años. Históricamente, hasta el siglo XIX, llegar a esa edad era un privilegio con el que pocos contaban, ya que la esperanza de vida, incluso en Europa, no superaba los 40 ó 50 años. Actualmente la población mundial de más de 65 años crece rápidamente, más incluso que el crecimiento general de la población. Es decir, hay muchas más personas mayores en total, y hay más personas mayores en relación con el total de la población. En las naciones más desarrolladas las personas de más de 65 años de edad eran en 1950 el 8% de la población, ahora son el 14% y en el año 2050 serán casi el 25% de todos sus habitantes. Y una tendencia parecida se da en el resto de los países del mundo aunque las proporciones sean menores.


En este día dedicado por Naciones Unidas a las personas mayores no podemos no recordar a uno de los ancianos más queridos por todos nosotros, hablamos de Juan Pablo II quien precisamente dirigió a todos los ancianos una carta en 1999 en la que ponía de relieve la importancia de las canas. “Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano" (Lv 19, 32), decía en aquella ocasión, ya que honrar a los ancianos supone un triple deber hacia ellos: acogerlos, asistirlos y valorar sus cualidades. Así es, esta iniciativa y esa reverencia a las personas de más edad lleva a que se convierta en una actitud espontánea. Pero, en otros casos, especialmente en las naciones más desarrolladas, parece obligado un cambio de tendencia para que los que avanzan en años puedan envejecer con dignidad, sin temor a quedar reducidos a personas que ya no cuenta nada. Por este motivo es preciso convencerse de que es propio de una civilización plenamente humana respetar y amar a los ancianos, porque ellos se sienten, a pesar del debilitamiento de las fuerzas, parte viva de la sociedad. Ya observaba Cicerón que "el peso de la edad es más leve para el que se siente respetado y amado por los jóvenes".

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